Cuando nos duele una muela vamos al dentista, cuando necesitamos una dieta vamos al nutricionista, cuando necesitamos lentes vamos al oftalmólogo. Pero, ¿qué sucede cuando atravesamos por una pena, un duelo o sensaciones de ansiedad que no podemos controlar solos?
Usualmente optamos por dejar pasar la situación, sobreponernos rápidamente o conversar con algún amigx (que de buena forma nos da sus consejos), pero no vamos más allá.
Desde años anteriores se ha tenido el pensamiento de que "para ir al psicólogo hay que estar locos o psicóticos". ¿Eso será cierto realmente?
En realidad no es así, tener algún trastorno psicológico no es el único motivo que nos puede acercar a querer solicitar una atención psicológica. Múltiples situaciones, como necesitar de una orientación vocacional, tener dificultades interpersonales, alteraciones en la regulación emocional, estrés, duelos mal resueltos, déficit de atención, problemas de conducta, conflictos de parejas, querer mejorar como persona, entre otras requieren de la atención de un profesional. No obstante, no siempre lo solicitamos.
¿Cuáles serán los motivos?
Una de las razones es que nos cuesta aceptar nuestros conflictos, no nos gusta mostrarnos ni vernos "vulnerables" frente a los demás. Pero, ¿será realmente vulnerabilidad o más bien valentía y franqueza hacia uno mismo el aceptarlo y solicitar la ayuda?
Y es que hacerse cargo de uno mismo no es tarea fácil, hablar sobre nuestros pensamientos, emociones y comportamientos, aún considerando que la persona que tenemos al frente es un profesional especializado que responderá con responsabilidad y humanidad frente a nuestras inquietudes, va a costar siempre. Sin embargo, si queremos cuidar de nuestra salud es muy necesario estar bien mentalmente primero, ya que a partir de cómo nos encontremos en ese sentido, es como iremos desarrollándonos en todas las áreas de nuestras vidas.
Por otro lado, hay una razón importante a considerar en cuanto a requerir un psicólogx. El costo y la accesibilidad. No es fácil para todos cumplir con los precios que demanda una atención psicológica. Es más, para muchos es un privilegio, cuando en realidad debería ser un derecho que todos deberíamos tener.
Más aún después de ver el estado de nuestra sociedad y las múltiples problemáticas por las cuales hemos pasado últimamente, que muchas de ellas se deben justamente a la poca conciencia sobre la necesidad de dar el peso que merece a nuestra salud mental.
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